N. R. C. MADRID.
El corazón se ha convertido en el último objetivo vulnerable de los «hackers», «crackers» o piratas informáticos. La bomba cardiaca no tiene chips ni complejos circuitos que desentrañar, pero algunos corazones con arritmias están conectados a desfibriladores implantables que sí podrían ser vulnerables a un ataque de un «hacker». Este pequeño dispositivo controla arritmias que pueden ser letales con descargas eléctricas.
Los últimos desfibriladores permiten a los cardiólogos controlar a sus pacientes a distancia y reducir las visitas al hospital. La telemetría facilita «consultas virtuales» entre los portadores y sus médicos. El desfibrilador se comunica con un sistema de telemetría a través de una banda de radiofrecuencia. En caso de producirse alguna anomalía, el paciente recibe una alerta y puede ponerse en comunicación con su cardiólogo para comprobar su estado y la necesidad de acudir a un hospital.
Pero esta tecnología parece tener una brecha de seguridad, según ha demostrado un grupo de investigadores de Estados Unidos especializados en seguridad informática. Los expertos de la Universidad de Washington y de Massachusetts lograron reprogramar el sistema y lanzar descargas de electricidad que podrían ser potencialmente fatales si se hubieran realizado en un paciente, en lugar de en un laboratorio. También consiguieron datos médicos, al interceptar las transmisiones vía radio del desfibrilador.
El corazón se ha convertido en el último objetivo vulnerable de los «hackers», «crackers» o piratas informáticos. La bomba cardiaca no tiene chips ni complejos circuitos que desentrañar, pero algunos corazones con arritmias están conectados a desfibriladores implantables que sí podrían ser vulnerables a un ataque de un «hacker». Este pequeño dispositivo controla arritmias que pueden ser letales con descargas eléctricas.
Los últimos desfibriladores permiten a los cardiólogos controlar a sus pacientes a distancia y reducir las visitas al hospital. La telemetría facilita «consultas virtuales» entre los portadores y sus médicos. El desfibrilador se comunica con un sistema de telemetría a través de una banda de radiofrecuencia. En caso de producirse alguna anomalía, el paciente recibe una alerta y puede ponerse en comunicación con su cardiólogo para comprobar su estado y la necesidad de acudir a un hospital.
Pero esta tecnología parece tener una brecha de seguridad, según ha demostrado un grupo de investigadores de Estados Unidos especializados en seguridad informática. Los expertos de la Universidad de Washington y de Massachusetts lograron reprogramar el sistema y lanzar descargas de electricidad que podrían ser potencialmente fatales si se hubieran realizado en un paciente, en lugar de en un laboratorio. También consiguieron datos médicos, al interceptar las transmisiones vía radio del desfibrilador.
Descargan que salvan vidas
Los desfibriladores están alojados en el pecho y conectados al corazón con sondas para administrar descargas eléctricas como terapia cuando el corazón late de forma caótica. Del tamaño de un marcapasos, son un seguro de vida para los pacientes con arritmias. En el momento que se produce una arritmia, estos dispositivos inteligentes la detectan y la tratan de forma inmediata. La descarga detiene la arritmia y permite que el corazón vuelve a latir con normalidad.
Pensar que los «piratas» informáticos prefieran acceder a desfibriladores en lugar de eliminar los códigos de seguridad de cuentas bancarias u otras actividades más lucrativas es, de momento, sólo una posibilidad. «Los riesgos para los pacientes son muy bajos, pero me preocupa que el peligro pueda aumentar en el futuro», explicó a «The New York Times Tadayoshi Kohno, uno de los investigadores principales. Insisten en que su objetivo no es asustar a los pacientes sino informar a la industria de que existe esa amenaza.
El riesgo sobrevuela sobre los desfibriladores y a otros dispositivos médicos que recurren a la telemetría. Esta tecnología sin cables también se utiliza en los neuroestimuladores que lanzan impulsos sobre la espina dorsal, marcapasos cardiacos y sistemas auditivos implantables.
Via ABS.es
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