viernes, 1 de agosto de 2008

Virtualización: ¿más seguridad o nuevos riesgos?

La virtualización está de moda, empezando porque no se trata de algo pasajero o transitorio, y siguiendo porque sus ventajas hablan por sí solas: consolidación de servidores, almacenamiento virtual, flexibilidad, ahorro de costes, integración de arquitecturas y un largo etcétera de posibilidades, entre las que destacan la gestión centralizada y simplificada de los sistemas y, finalmente, nuevas capacidades en materia de seguridad.

En paralelo, los creadores de malware también están al tanto de su creciente expansión y ya están volcando sus esfuerzos en aprovechar nuevas oportunidades para seguir en su incesante carrera destructiva, en la que la sorpresa y la pronta actuación son algunas de sus tristes señas de identidad. Al respecto, los cibercriminales ya han conseguido explotar la virtualización con nuevos y dañinos rootkits, una herramienta que se utiliza para esconder aplicaciones que atacan al sistema, como Blue Pill, un código malicioso que hace referencia a la píldora azul que se le ofrecía al protagonista del filme Matrix para seguir viviendo engañado bajo un mundo virtualizado, frente a la roja que le despertaba a la realidad.
Trasladada la metáfora al caso que nos atañe, el de la seguridad informática, Blue Pill se disfraza de falso sistema operativo y, utilizando técnicas de virtualización, consigue engañar al usuario de forma que éste sea incapaz de distinguir la realidad, de forma que no podría saber si se encuentra utilizando un sistema infectado que, además, ha sido específicamente diseñado para causar daño. El atacante, aprovechando la citada capacidad de virtualización de los nuevos procesadores de Intel y AMD, instala de forma remota una herramienta de este tipo, con lo que el usuario ni tan siquiera llega a ser consciente del peligro que corre.
En contraposición al dañino Blue Pill, surge la iniciativa Red Pill, que abanderando la corriente de los salvadores en la citada película de los hermanos Wachowski, tiene el objetivo de detectar si el sistema operativo que utilizamos está siendo ejecutado en un entorno virtual o real, para que el usuario pueda volver a tener la confianza de que todo marcha como debería. En esta tarea estamos actualmente involucrados los principales fabricantes de seguridad del mercado, y no es para menos.

Dejando atrás este inquietante asunto, conviene mirar la otra cara de la moneda: la de la virtualización como aliado en aras de una mayor seguridad. Con aplicaciones en Java y .Net ejecutadas ahora en entornos virtuales, el sistema queda menos expuesto a múltiples variantes de código malicioso, y a su vez el sistema operativo pone en marcha procesos en entornos virtualizados, mientras que otras aplicaciones de uso habitual como buscadores o correo electrónico también pueden correr en entornos virtuales.

De esta forma, los cambios en las aplicaciones o en las máquinas virtuales no afectarían al verdadero sistema principal, con lo que la capacidad de propagación del código dañino también sería virtual, y no real. Es lo que se conoce como “cajón de arena”, en referencia a aquellos entornos seguros en los que nuestros hijos pueden jugar sin miedo a hacerse daño al caer.
En definitiva, vemos cómo la virtualización en materia de seguridad puede presentar riesgos –como suele suceder con toda tecnología novedosa, y máxime con la industria del malware tratando de explorar permanentemente nuevos métodos con los que hacer daño-, pero sus ventajas se presentan como francamente interesantes para los gestores TI.
La revolución no ha hecho más que comenzar
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Por Ralf Benzmüller, director del Laboratório de Seguridad de G DATA



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