Aunque la palabra bullying va implícita e insertada en ciberbullying, tienen ciertas características por lo que no son iguales. Ambas se refieren al acoso de personas a otros hasta llegar incluso a hacer la vida imposible a la víctima, pero tienen ciertas diferencias que se atienen a las cinco primeras letras de la palabra más larga.
Esas ce, i, be, e y erre llaman a pensar en algo concreto, llaman a pensar en estamos ante algo relacionado con las nuevas tecnologías: móviles, ordenadores… lo que sea. Y así es, la principal diferencia entre el ciberbullying y el bullying es que en el segundo no hay agresión física, sino que la persecución y el daño se realiza sin presencia física de víctima y agresor. La violencia y el perjuicio se producen siempre de manera psicológica.
Sin embargo, porque esto se produzca así no tiene nada que ver con que el daño sea menor, ya que el maltrato mental es muchas veces peor y deja mayores secuelas que el maltrato físico. De hecho, ya ha habido varios casos de suicidios en diferentes países del globo terráqueo, y es que la difusión de un contenido contra alguien vía Internet es realmente rápida, y el daño puede llegar a ser devastador e insufrible para la víctima.
Otra diferencia latente es el lugar y el momento del acto agresivo, y es que estas dos variables se hacen intangibles en el ciberespacio, de tal forma que agresor y víctima no tienen por qué coincidir en un lugar determinado para que se produzca el acoso. Un simple SMS o un correo electrónico desde cualquier lugar y a cualquier hora sirven para cargar y debilitar al menor en apuros.
Además, cualquier persona puede ser víctima o agresor. En las nuevas tecnologías no hay diferencia de físico ni altura, y ambos bandos no tienen por qué conocerse o haberse visto con anterioridad.
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Fuente: noticias.universia.es
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