Las personas que sutraen propiedad intelectual de las empresas suelen haber sufrido un problema profesional que les impulsa a ello. Los secretos comerciales y la información de facturación son los datos más valiosos.
Una de las principales preocupaciones de todas las empresas del mundo es una potencial filtración de información confidencial o protegida de la corporación. Por ello, Symantec ha hecho público un informe en que busca crear un perfil de los ladrones de propiedad intelectual.
En primer lugar, el estudio señala que los estas personas ocupan a menudo cargos técnicos, siendo la mayoría de ellas empleados masculinos actuales de, aproximadamente, 37 años de edad que ocupan puestos científicos, de ingeniería, de gestión o de programación. Un gran porcentaje de estos ladrones ha firmado acuerdos de propiedad intelectual, lo que indica la inefectividad de esta política. Asimismo, estos trabajadores suelen tener ya un nuevo trabajo, ya que cerca de un 65% de los empleados que cometen un robo de este tipo ya han aceptado un trabajo en una compañía de la competencia o ha montado su propia compañía cuando realizó el robo de información. De hecho, cerca de un 20% ha sido contratado por otra empresa interesada en los datos, y un 25% ofreció la propiedad intelectual robada a una compañía extranjera o a otro país.
Así pues, los trabajadores maliciosos se apoderan generalmente de la información a la que pueden acceder de forma autorizada, datos que conocen, con los que trabajan y a los que, en cierta manera, tienen derecho. Una información que se vuelve más valiosa si se trata de secretos comerciales (52% de los casos) o información empresarial como, por ejemplo, la información de facturación, las listas de precios y otros datos administrativos, que se robaron en un 30%, seguido por el código fuente (20%), el software propietario (14%), la información de los clientes (12%) y los planes empresariales (6%).
Por otro lado, los empleados usan medios técnicos para hacerse con estos datos, pero la mayoría de los robos son descubiertos por empleados no técnicos. Unos robos que pueden estar propiciados por los problemas profesionales, que pueden provocar en el empleado ya predispuesto un golpe de efecto que le hace cansarse de “meditarlo” y decide pasar a la acción (o cuando otras personas le empujan a hacerlo). Este cambio ocurre a menudo después de un problema profesional o de expectativas insatisfechas.
En primer lugar, el estudio señala que los estas personas ocupan a menudo cargos técnicos, siendo la mayoría de ellas empleados masculinos actuales de, aproximadamente, 37 años de edad que ocupan puestos científicos, de ingeniería, de gestión o de programación. Un gran porcentaje de estos ladrones ha firmado acuerdos de propiedad intelectual, lo que indica la inefectividad de esta política. Asimismo, estos trabajadores suelen tener ya un nuevo trabajo, ya que cerca de un 65% de los empleados que cometen un robo de este tipo ya han aceptado un trabajo en una compañía de la competencia o ha montado su propia compañía cuando realizó el robo de información. De hecho, cerca de un 20% ha sido contratado por otra empresa interesada en los datos, y un 25% ofreció la propiedad intelectual robada a una compañía extranjera o a otro país.
Así pues, los trabajadores maliciosos se apoderan generalmente de la información a la que pueden acceder de forma autorizada, datos que conocen, con los que trabajan y a los que, en cierta manera, tienen derecho. Una información que se vuelve más valiosa si se trata de secretos comerciales (52% de los casos) o información empresarial como, por ejemplo, la información de facturación, las listas de precios y otros datos administrativos, que se robaron en un 30%, seguido por el código fuente (20%), el software propietario (14%), la información de los clientes (12%) y los planes empresariales (6%).
Por otro lado, los empleados usan medios técnicos para hacerse con estos datos, pero la mayoría de los robos son descubiertos por empleados no técnicos. Unos robos que pueden estar propiciados por los problemas profesionales, que pueden provocar en el empleado ya predispuesto un golpe de efecto que le hace cansarse de “meditarlo” y decide pasar a la acción (o cuando otras personas le empujan a hacerlo). Este cambio ocurre a menudo después de un problema profesional o de expectativas insatisfechas.
Fuente: idg.es
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