Chicago— La gente joven quiere su música, series de televisión y películas ya, sin demora, aunque ello signifique obtenerlas ilegalmente.
Una encuesta reciente de la Universidad de Columbia encontró, de hecho, que 70% de las personas entrevistadas de entre 18 y 29 años de edad dijeron que habían comprado, copiado o descargado música, series de TV o películas no autorizadas, en comparación con 46% de todos los adultos que han hecho lo mismo.
Con una actitud tan arraigada, ¿qué se puede hacer con respecto a la extendida piratería por Internet?
Ciertamente las autoridades judiciales han ido tras infractores de la ley como estos, castigándolos con multas y, en algunos casos, incluso con prisión.
El Congreso está considerando controversiales iniciativas de ley contra la piratería que, entre otras cosas, prohibiría a motores de búsqueda conectarse a sitios de internet extranjeros acusados de violación a la ley de derechos de autor. Y existen litigios de poderosos medios de comunicación contra compañías de Internet, de manera destacada la demanda multimillonaria de Viacom contra YouTube.
Pero existe un concepto radical a considerar: ¿qué pasa si la gente joven que roba contenido no fuera vista como el problema?
¿Qué pasa si ellos e intercesores por un acceso máximo a la Red pudieran persuadir a la industria de entretenimiento que dejen de sujetar con tanta fuerza su codiciado material protegido por los derechos de autor, justo lo opuesto a lo que la industria está tratando de hacer en este momento?
“El problema real no son las descargas ilegales de los piratas sino una falta de innovación por parte de los proveedores de contenido”, dijo Steven Budd, un estudiante de Derecho de la Universidad Drexel en Filadelfia.
Fuente: www.bsecure.com.mx
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