A medida que aparecen nuevos dispositivos que permiten tomar dos
fotografías por minuto de manera automática, los críticos advierten que
compartir en exceso puede llevar a que muchas personas -sin quererlo-
terminen siendo vigiladas.
"Las personas están usando más y más dispositivos para registrar su
vida", dice Martin Kallstrom, cofundador y director de Memoto.
Su empresa produjo un dispositivo que se sujeta a la ropa y toma de
manera automática fotografías referenciadas geográficamente dos veces
por minuto. Así produce unos 4 gigabytes en contenido durante 24 horas.
Si se utiliza durante 12 horas cada día, realiza 10.000 fotos a la semana, no del usuario sino de lo que lo rodea.
Alimentará el fenómeno conocido como "lifelogging", en el que se
registra todo lo que pasa cada minuto vidas que quedan convertidas en
una serie de fotografías, videos, tuits y actualizaciones de estatus en
redes sociales.
Memoria fotográfica
La frase "sobrecarga informativa" ha sido usada en exceso en los
artículos que están a la espera de lo peor: la pérdida de la privacidad,
la falta de seguridad personal o la imposibilidad de permanecer
anónimo.
Pero algunos negocios están capitalizando el hecho de que las
personas quieren registrar todos los momentos especiales para que nunca
se pierdan.
Microsoft ya vende un dispositivo llamado SenseCam, que toma
fotografías cada 30 segundos. La lista continúa con Google Glass para
video que puede estar acompañado de fotos o actualizaciones instantáneas
en Twitter sobre casi cualquier cosa imaginable.
¿Será que demasiada información para algunos es apenas suficiente para otros?
"Cada persona encontrará cuál es el nivel apropiado para ella.
Algunos tomarán una gran cantidad de fotos y las guardarán para sus
familiares y amigos. Otros querrán compartirlas abiertamente", anticipa
Kallstrom.
Cultura exhibicionista
El desarrollo de las redes sociales definitivamente ha cambiado la
forma como se comparte. ¿Pero qué hay de malo en ser público si sólo los
amigos están leyéndolo?
"Ahora estamos en un momento que en que la observación masiva es un
fenómeno global", dice Henry Jenkins, un profesor de medios en la
Universidad de Carolina del Sur, en Estados Unidos.
"Estamos grabando aspectos de nuestras vidas para compartir, y sabrá
Dios qué podría hacer la próxima generación de historiadores con la
inmensa cantidad de datos que hemos recolectado a través del
lifeloggingy otros fenómenos", dice.
"Hemos visto cómo nuestra cultura se volvió más exhibicionista, pero
también hemos visto personas que se sienten más incómodas con el exceso
de información. Esa es la tensión que veremos desarrollarse en la
próxima década".
El Gran Hermano
Rara vez se lanza una nueva forma de compartir contenido sin que haya
alguna referencia a los principios del Gran Hermano de George Orwell.
Como prueba de lo fácil y lo prevalente que es ser el Gran Hermano
hoy en día, busqué a un adolescente de 18 años aleatoriamente tras una
búsqueda en Twitter.
En una hora, usando sólo información en el dominio público, conseguí
el número de teléfono de su casa, su código postal, el colegio al que
fue, sus opiniones sobre la discriminación de género, su postura sobre
la homofobia casual y hasta su handicap de golf en el club donde juega.
Casi la mitad de los adolescentes interrogados en una encuesta de la
BBC dijeron que ellos mismos habían compartido algo de lo que luego se
arrepintieron o conocían a alguien que lo había hecho. De los que
compartieron demasiado, un tercio dijo que perjudicaba su reputación.
Pero también hay una serie de aspectos positivos al grabar lo que está pasando a nuestro alrededor.
"Cuando alguien en una posición de poder puede seleccionar cierto
material de una cámara de vigilancia, la selección que hace puede ser
incriminatoria, sin embargo uno puede ser inocente", apunta Kallstrom.
El hermano menor
"Hay un movimiento llamado 'Sousveillance', en el que no es el
gobierno el que está observando desde arriba, sino las personas desde
abajo".
Fuente: /noticias.terra.com.pe
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