En su escritorio, un administrativo tipea en su
computadora para entrar a su muro de Facebook y ver en qué andan sus
amigos. En la calle, una vendedora aprovecha un tiempo muerto en la
visita a un cliente para mensajearse con su novio, desde el celular que
le dio la empresa. Pero lejos de ignorar el uso que sus empleados hacen
de los equipos de la compañía, los jefes están cada vez más al tanto de
sus actividades, gracias a diversos programas informáticos. La necesidad
de maximizar la seguridad informática ambientó la llegada del Gran
Hermano a la oficina.
Hasta entonces, las empresas solían montar sus sistemas
de seguridad para evitar ataques que, en su visión, tenían únicamente
un origen externo. Sin embargo, la realidad demuestra que el mayor
riesgo está puertas adentro de la organización: cuatro de cada cinco
incidentes de seguridad son provocados por los propios empleados, reveló
en enero un estudio de la firma de seguridad, Kaspersky.
Esos perjuicios van más allá de una merma de
productividad: la instalación de aplicaciones y descarga de archivos no
autorizadas por la empresa es una fuente de riesgo del mismo modo que el
extravío de laptops y tablets, memorias USB y celulares. Ambas
situaciones pueden derivar en la pérdida de información crítica (claves
de acceso, números de cuenta bancaria o datos con los que se podrían
falsificar la identidad de una persona) e incluso enfrentar reclamos de
terceros que se vean perjudicados. El daño de la imagen corporativa
también es esperable en esos casos.
En lo económico, el costo de estos incidentes alcanza a
nivel global un promedio de US$ 650.000 en grandes
empresas, y de US$ 50.000 en las pymes, informó Kaspersky en noviembre.
Fuente: www.elpais.com.uy
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