martes, 4 de agosto de 2009

Cómo descubrir a un empleado defraudador

La firma Kroll, que realiza este tipo de investigaciones, diseño un perfil del empleado que incurre en este delito, que les cuesta a las empresas cientos de miles de millones de pesos al año.

En marzo pasado la Dijín capturó a Sandra Milena Méndez García, ex funcionaria del Ministerio de Defensa, que por sus conocimientos en sistemas logró traficar información de sueldos, préstamos y descuentos de miles de empleados de las Fuerzas Militares, que terminó en manos de terceros y cuyos propósitos se desconocen. Por ello recibió cuatro pagos.

En una empresa del sector metalmecánico Luigi Gamboa*, un empleado con más de 12 años de antigüedad, defraudó a su firma por más de 200 millones de pesos.

Y Claudia Cataño*, mano derecha de sus superiores en una empresa de tubos, hizo lo propio y logró beneficiarse con una cifra que sobrepasaba los 35 millones de pesos.

Los tres casos tienen en común que esas personas eran cercanas a los departamentos de nómina y no eran ajenas al manejo de la computación y los sistemas.

En realidad, una de las características en las cuales se pueden encasillar los defraudadores empresariales o los que hacen hurto continuado.

No es, sin embargo, la única. Kroll, consultora que hace análisis e investigación de finanzas y seguridad tecnológica dentro de las empresas, ha estudiado el tema de la defraudación y elaboró un perfil de ese tipo de empleados.

Encontró por lo menos cinco particularidades más

1. Generalmente no se toman vacaciones. Uno de los casos descubiertos por Kroll se dio porque se detectó un desnivel en la curva del fraude cuando el empleado fue obligado a tomar vacaciones.

2. Son empleados de gran confianza por su antigüedad. Por ejemplo, en el caso de Cataño, ella acompañó a sus jefes durante ocho años, pero durante los últimos cinco estuvo encargada del manejo de la nómina. En el fraude que hizo extraía pequeñas cantidades de los salarios de sus compañeros.

Iban de entre 1.500 a 2.000 pesos, hasta que finalmente logró apoderarse de una cantidad con la que perfectamente podía comprar un carro último modelo.

3. Son los últimos que salen de la oficina al terminar la jornada. Eso se da, explica Ernesto Carrasco, gerente de Kroll Colombia, porque "estas personas necesitan no solo que sus escenarios de trabajo estén con menos gente sino también un remanente de tiempo que les permita maquillar las arbitrariedades que cometen".

4. Mantienen un bajo perfil dentro de la empresa e incluso recurren a préstamos para ser descontados por nómina para no despertar sospechas entre sus compañeros ni ante sus superiores. Representan al ciudadano común y simulan una vida familiar estable.

Según Carrasco, varias de las exploraciones de Kroll parten desde los escritorios y computadores que maneja cada empleado.

Allí "hay información personal que pone al descubierto patrones y comportamientos de la persona".

5. Tienen un alto conocimiento de las funciones que desarrollan al punto de proyectar la idea de que manejan el monopolio de las soluciones en sus departamentos. "Es la manera de generar hábitos de trabajo más que para adelantarse a los controles, para generar la idea de que no es necesario ser controlados", explica Carrasco.

Solo en el último año, la consultora intervino en por lo menos 10 grandes empresas y en cuatro de ellas los fraudes superaron en cada una los 150 mil millones de pesos. Pero en Colombia han auscultado en casi medio centenar de firmas donde han detectado fraudes superiores a los 2 mil millones de pesos.

Siete de cada 10 fraudes tienen su génesis en los departamentos financieros y de tesorería.

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